Síndrome de Haglund: causas, síntomas y tratamiento

Síndrome de Haglund: causas, síntomas y tratamiento / Clínica de Fisioterapia Recupérate

El síndrome de Haglund es una afección que se caracteriza por una deformidad ósea en la región posterosuperior del calcáneo, comúnmente conocida como la deformidad de Haglund. Esta protuberancia ósea puede generar problemas en tejidos adyacentes, como el atrapamiento del tendón de Aquiles y la irritación de la bursa retrocalcánea, lo que deriva en una condición inflamatoria conocida como bursitis retrocalcánea.

La deformidad ósea del síndrome de Haglund genera una fricción constante entre el hueso calcáneo y el calzado, lo que comprimiría la bursa retroaquilea. Esto puede ocasionar un atrapamiento tendino-bursal en la región de la inserción del tendón de Aquiles, agravando el cuadro clínico. A menudo, la tensión adicional sobre el tendón causa dolor y dificulta actividades como caminar de puntillas o realizar ejercicios físicos.

El uso de calzado con talones rígidos o mal diseñados puede incrementar la fricción en la región posterior del talón, lo que agrava la deformidad de Haglund. Además, las malas posturas al caminar o correr generan un sobreuso de la inserción del tendón de Aquiles, aumentando la inflamación y el dolor.

La forma del pie también juega un papel crucial. Un arco plantar aumentado o un talón que rota hacia el interior puede predisponer al desarrollo del síndrome de Haglund. Factores genéticos y ciertas enfermedades, como la artritis gotosa y reumatoide, pueden agravar esta condición.

El principal síntoma del síndrome de Haglund es un dolor localizado en la región posterosuperior del calcáneo. Este dolor aumenta con el uso prolongado de calzado que comprimiría la bursa o con actividades deportivas.

Es común observar hinchazón y enrojecimiento en la zona afectada, a menudo relacionados con la inflamación de la bursitis retrocalcánea.

Los pacientes suelen experimentar limitaciones funcionales, como dificultad para caminar o realizar ejercicios debido al dolor en la posterior del talón y al atrapamiento del tendón aquíleo.

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El diagnóstico incluye la evaluación clínica y el uso de imágenes como la ecografía y resonancia magnética, que permiten identificar la deformidad de Haglund y el impacto en el tendón de Aquiles y las estructuras circundantes.

El diagnóstico del síndrome de Haglund comienza con un examen físico detallado. El especialista evalúa los síntomas, como dolor en la posterior del talón, hinchazón y enrojecimiento, y examina la región posterosuperior del calcáneo en busca de signos de la deformidad de Haglund.

Para confirmar el diagnóstico, se utilizan pruebas de imagen, entre ellas:

  • Radiografías: Permiten identificar la prominencia ósea en el hueso calcáneo y evaluar su relación con la inserción del tendón de Aquiles.
  • Ecografía: Útil para detectar inflamación en la bursa retrocalcánea, posibles daños en el tendón y la presencia de un atrapamiento tendino-bursal.
  • Resonancia magnética: Proporciona imágenes detalladas de los tejidos blandos, revelando cambios degenerativos en el tendón de Aquiles o inflamación severa.

Estas herramientas ayudan a determinar la gravedad del cuadro clínico y a planificar el tratamiento más adecuado.

El síndrome de Haglund comparte síntomas con otras patologías, por lo que es fundamental descartar diagnósticos diferenciales como:

  • Bursitis retrocalcánea sin deformidad ósea.
  • Tendinopatía del tendón de Aquiles, que puede generar dolor en la misma área sin la presencia de la prominencia ósea.
  • Artritis gotosa o reumatoide, que puede ocasionar inflamación en el talón y confundirse con los síntomas del síndrome de Haglund.

Las pruebas específicas, como análisis de sangre y evaluación del historial médico, ayudan a distinguir estas afecciones, asegurando un diagnóstico preciso y un manejo adecuado del paciente.

La fisioterapia es una opción fundamental en el tratamiento conservador del síndrome de Haglund, especialmente en etapas tempranas o cuando los síntomas no son graves. Este enfoque busca reducir el dolor, mejorar la movilidad y prevenir la progresión de la deformidad ósea. El fisioterapeuta utilizará técnicas específicas para aliviar la bursitis retrocalcánea y disminuir la tensión en la inserción del tendón de Aquiles.

El uso de hielo en la zona afectada ayuda a reducir la hinchazón y la inflamación en el área del talón. Los estiramientos del tendón de Aquiles y la pantorrilla son esenciales para aliviar la tensión y evitar que la rigidez empeore. Además, las técnicas de liberación miofascial pueden emplearse para disminuir la tensión en los tejidos blandos, favoreciendo la movilidad del tendón y reduciendo la presión en la bursa retrocalcánea.

El uso de ortesis personalizadas y modificaciones en el calzado pueden ser clave para aliviar la presión sobre el talón y mejorar la alineación del pie. Un calzado adecuado, con un talón elevado y mayor amortiguación, puede evitar el roce constante con la deformidad de Haglund, mientras que las ortesis pueden distribuir mejor el peso y reducir el atrapamiento tendino-bursal.

El tratamiento del síndrome de Haglund incluye medidas conservadoras y terapias avanzadas:

  • Ejercicios y estiramientos: Ayudan a aliviar la tensión en la inserción del tendón de Aquiles.
  • Ondas de choque: Favorecen la reparación del tejido y reducen el dolor crónico.
  • Elevación del talón y evitar calzado rígido: Reducen la presión en la dorsal del pie y la región afectada.
  • Terapias como plasma rico en plaquetas o corticoides: Pueden disminuir la inflamación en casos avanzados.

Si el dolor persiste, se podría considerar una intervención quirúrgica para remodelar el calcáneo, eliminando la deformidad de Haglund y aliviando el atrapamiento tendino-bursal.

Con un manejo adecuado y constante, es posible combatir el síndrome de Haglund, mejorando la calidad de vida y el desempeño físico de los pacientes.

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Los estiramientos específicos del tendón de Aquiles y la pantorrilla son fundamentales para reducir la rigidez en el tendón y mejorar la flexibilidad. Al estirar estas áreas, se disminuye la presión sobre la inserción del tendón y se previene la aparición de contracturas dolorosas que podrían agravar el síndrome de Haglund. Algunos ejercicios recomendados incluyen el estiramiento en pendiente, utilizando una rampa para flexibilizar el tendón de Aquiles.

El fortalecimiento de los músculos del pie y tobillo es esencial para mejorar la estabilidad y el soporte del pie, reduciendo la tensión sobre la zona afectada. Ejercicios como las flexiones del tobillo, el uso de bandas elásticas o la marcha sobre las puntas de los pies ayudan a desarrollar la musculatura del pie, lo que facilita el movimiento natural y previene sobrecargas en el tendón de Aquiles y el talón. Estos ejercicios deben ser progresivos y adaptados a las necesidades del paciente, en función de su nivel de dolor y movilidad.

La cirugía para el síndrome de Haglund se considera generalmente cuando los tratamientos conservadores, como la fisioterapia, el uso de hielo y los cambios en el calzado, no han logrado aliviar los síntomas después de varios meses de tratamiento. Además, se puede optar por la cirugía si la deformidad de Haglund es severa y está causando un dolor constante, que impide realizar actividades cotidianas o deportivas. La cirugía también puede ser necesaria si hay un daño significativo en el tendón de Aquiles o en la bursa retrocalcánea que no mejora con métodos no invasivos.

El procedimiento quirúrgico generalmente consiste en la remoción de la prominencia ósea del calcáneo y la reparación de cualquier daño en el tendón de Aquiles o la bursa retrocalcánea. La cirugía puede realizarse de manera abierta o mediante técnicas mínimamente invasivas, dependiendo de la gravedad de la afección. Tras la intervención, el paciente deberá seguir un plan de rehabilitación postquirúrgica que incluye fisioterapia para recuperar la movilidad del pie y reducir la inflamación. La recuperación completa puede tomar entre 3 y 6 meses, durante los cuales se debe evitar cargar peso en el pie afectado y realizar ejercicios de estiramiento y fortalecimiento de forma progresiva.

Elegir el calzado correcto es fundamental para prevenir el síndrome de Haglund. Se recomienda usar zapatos con talones bajos y amortiguados, que ayuden a reducir la fricción en la zona posterior del talón. Evitar los zapatos con talones rígidos o demasiado altos es clave para prevenir la presión excesiva sobre la bursa retrocalcánea. Además, el calzado debe ofrecer un buen soporte en el arco plantar y permitir un ajuste cómodo sin apretar en el área del talón.

Para prevenir el síndrome de Haglund, es crucial mantener el tendón de Aquiles fuerte y flexible. Los ejercicios de fortalecimiento y estiramiento del tendón ayudan a reducir la carga sobre el talón y mejoran la flexibilidad general del pie. Ejercicios como las subidas a la punta de los pies, las flexiones excéntricas del tendón de Aquiles y los estiramientos de la pantorrilla son muy efectivos para mantener el tendón en buena forma y reducir el riesgo de lesiones.

En la clínica Recuperate, ofrecemos un enfoque integral y personalizado para el tratamiento del síndrome de Haglund. Contamos con un equipo de profesionales altamente capacitados en fisioterapia, ortopedia y cirugía, que trabajan de manera conjunta para brindarte el mejor plan de tratamiento. Utilizamos tecnología avanzada, como ecografía y resonancia magnética, para un diagnóstico preciso y detallado. Además, nuestra clínica está equipada con modernos tratamientos conservadores, como terapia con ondas de choque y plasma rico en plaquetas, para acelerar la recuperación sin necesidad de cirugía. Si el tratamiento conservador no es suficiente, nuestros cirujanos están especializados en técnicas mínimamente invasivas para una recuperación más rápida y menos dolorosa.

Con un enfoque holístico y un compromiso con tu bienestar, en Recuperate trabajamos para que puedas volver a realizar tus actividades con total comodidad y sin dolor.

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